Por Carla Sofía Venturi
Durante 1944 en Europa
se desarrollaba la Segunda Guerra Mundial, mientras que en Estados Unidos se
realizaba la conferencia de los acuerdos de Bretton Woods. En los cuales se dispusieron
objetivos básicos para definir el orden económico para el período siguiente a
la guerra y proporcionar las bases de un sistema que permita estabilizar la
economía mundial.
Finalizada la Segunda Guerra Mundial se fundó en
Washington el Fondo
Monetario Internacional (FMI), que se ocupará de promover la cooperación
monetaria internacional, garantizar la estabilidad financiera, facilitar el
comercio global, promover un empleo elevado y un crecimiento económico
sostenible, y reducir la pobreza en el mundo.
Argentina estableció la primera relación con el FMI en 1956 bajo el régimen de Pedro Aramburu, buscando una asistencia financiera. La autodenominada “Revolución Libertadora” dejó millones de dólares de deuda externa, que aumentó durante la presidencia de Arturo Frondizi. En el marco de la última dictadura cívico-militar que enfrentó el país (1976-1983), aportó varios desembolsos, logrando multiplicar la deuda en seis años.
En 2001 Argentina
afrontó una de las peores crisis económicas de su historia. La misma comenzó en
1990, con la presidencia de Carlos Menem, quien estableció un plan de
convertibilidad de su moneda con el dólar a tipo de cambio fijo. La finalidad de este Plan era
frenar la inflación y estabilizar la economía. Este hecho causó que los ahorristas
sacaran sus dineros de los bancos y los trasladaran
al exterior, culminando en default.
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