El Gobierno nacional sigue emprendiendo el ascenso de una montaña en cuya cima yace la recompensa: el acuerdo con el FondoMonetario Internacional (FMI). En lo que parece ser la recta final hacia la cumbre, la idea del oficialismo pasa por restarle kilos al equipaje, para así encarar con mayor ímpetu los pasos decisivos de la negociación.
Por Facundo Orcellet
El ministro de Economía de la Nación, Martín Guzmán,
encabezó el pasado viernes en tierras estadounidenses una presentación anteinversores internacionales. La exposición se dio como cierre de una agenda oficial
que incluyó, en los días previos, distintos encuentros con funcionarios del FMI,
con quienes la comitiva nacional se reunió para seguir negociando la firma de
un acuerdo tendiente a la restructuración de una deuda de US$ 45.000 millones que
la Argentina mantiene con el FMI.
Vale decir que dicha presentación, que contó con la
asistencia de casi una veintena de inversores financieros, no fue tomada por el
Gobierno nacional como algo menor, sino todo lo contrario. Esto quedó en
evidencia con la presencia del Jefe de Gabinete, Juan Manzur, que viajó expresamente para acompañar a Guzmán en la disertación.
Si bien los especialistas coinciden que finalmente se llegará a un acuerdo con el FMI, lo cierto es que actualmente la negociación parece estar en un impasse. Por esta razón, el Gobierno apeló a los inversores en busca de votos de confianza que funcionen como señales positivas para el FMI. De conseguir estos respaldos del sector financiero, Argentina conseguiría al menos reducir una fuerte carga de escepticismo que hoy pesa sobre sus espaldas, y que ralentiza la misión del equipo alpinista de hacer cumbre.
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