Por Patricia Beltramino.
Mientras aguardamos, analicemos el caso de Alaska y Hawai, dos Estados geográficamente separados de su país y marcadamente opuestos en sus votos.
Rojo Alaska
Paradójicamente al imaginario popular - y la grifería sanitaria- que relaciona el color azul con el frío, Alaska se encuentra teñida de un tibio rojo en esta jornada post eleccionaria de los Estados Unidos.
Aún sin cerrar oficialmente los datos, el candidato del partido Republicano se impone, y con gran margen, como ganador del comicio. Con el 63% de los votos Trump se impone ante Joe Biden, candidato Demócrata quien contabiliza el 32% de las intenciones. El resto de los escasos votos se dividen entre los candidatos de los partidos Libertario, Verde y de la Constitución.
Alaska se encuentra alejada del resto de su país en lo geográfico pero también en el calendario. Gracias al huso horario, y si bien algunos estados aún permiten el envío de votos por correo postal, el cierre oficial de urnas fue en éste territorio y se produjo a las 06:00 GMT del miércoles 4 de noviembre
Blue Hawai
Con un gran trecho de pacífica distancia, el estado de Hawai desentona de las postales soleadas y cálidas para pintar su territorio de (a)un pálido celeste. En esta pequeña y alejada extensión, el líder también obtiene el 63% de los votos pero pertenece al partido Demócrata. Tras Biden se ubica el actual presidente con 34% y el resto de los candidatos está por debajo.
Hawaii fue uno de los 5 estados que había definido la modalidad de voto por correo como una forma válida de ejercer el derecho soberano, aún sin la crisis de la Pandemia de Covid desatada en el mundo. De esta manera, el “voto temprano” fue la principal forma de participación elegida en la isla.
Así se dan estas pequeñas particularidades, en un escenario tan diverso que nos permite tantas miradas, Hawaii y Alaska comparten la característica de pertenecer pero no lindar. Solo eso. En tamaño, extensión, clima y color político, pertenecen a bandos opuestos.

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