Desde la incorporación de Argentina, al FMI, ha comenzado con un relación de dependencia, intensa y errática.
Argentina 2018:
En mayo, en medio de una corrida cambiaria, que devaluó
el peso un 30%, el entonces presidente, Mauricio Macri, anunció que el FMI prestaría
al país hasta US $50.000 millones. Y los argentinos, conocemos bien al FMI, sabemos
que, si el gobierno no cumple con lo pautado, es probable que el organismo
retire su esquema de préstamos y se desate una nueva crisis económica.
El gobierno de Macri intentó equilibrar la economía con una política, donde se sacaron los controles de cambios, saldó deudas con inversionistas y quitó subsidios, entre otras cosas. Parte de la estrategia fue depender del financiamiento externo, porque la deuda era baja y su reputación en los mercados, era buena.
“Esto nos va a permitir fortalecer este programa de crecimiento y desarrollo, dándonos un mayor respaldo para enfrentar este nuevo escenario global”, sostuvo en un breve comunicado televisivo.
Macri justificó la decisión
del gobierno, con el argumento de que la medida tomada buscaba cumplir con
los compromisos para poner al país en un camino para un futuro mejor, y sin
mentirle al pueblo.
Argentina 2020:
El gobierno de Alberto Fernández, pedirá al Fondo Monetario
Internacional, un préstamo denominado “línea de facilidades extendidas” a
cuatro años y medio con el que repagará la deuda asumida.
El actual presidente de la Republica Argentina, Alberto Fernández, sostuvo que cuando “llegamos en diciembre, nos encontramos un Banco Central lánguido, sin reservas, vacío, con pocos dólares de libre disponibilidad. Y nosotros queremos privilegiar el uso de esos dólares en la compra de insumos para la importación”.
Hace unos días Fernández se refirió a las negociaciones del gobierno con el FMI, y la reforma previsional, y señaló, al igual que Macri, que nos iría bien, evitando poner en riesgo las condiciones que permitan la reactivación económica y la construcción de un sendero inclusivo y sostenible. Afirmo, también, que en la Argentina es necesario ordenar el mercado de divisas, para lo cual, consideró fundamental un programa con el Fondo Monetario Internacional.En relación a como contribuiría el FMI, Fernández marcó la
necesidad de saber que el Fondo entienda las necesidades internas de la
Argentina, lo que no implica aportes de fondos, sino de destinar recursos a los
sectores mas necesitados, jubilados, personas en situación de indigencia o
pobreza.
Es así, que el presidente dialogó con Kristalina Georgieva,
directora del FMI, con el fin de reestructurar la deuda de USD $45.000.
El organismo, con sede en Washington, fue un aliado del Gobierno en la negociación
con los acreedores privados liderados por fondo Black Rock, y trabajo para que los
bonistas aceptaran una fuerte quita de intereses.
La expectativa oficial es que el acuerdo con el Fondo se
alcance en el primer trimestre de 2021. Esta negociación implicará un nuevo
programa, cuyo foco estará en las metas fiscales, entre otras condicionalidades
que buscará imponer la entidad multilateral. Martín Guzmán, Ministro de Economía
de la Nación, señalo que el nuevo programa deberá tener como punto central, que
no es posible la estabilización sin recuperación económica.
La carta enviada por funcionarios políticos, a Georgieva, afirmaba que “Estamos determinados a recomenzar el proceso de implementación de un sendero fiscal consistente una vez que los efectos de la pandemia desaparezcan, reduciendo el déficit fiscal primario de un modo que sea compatible, tanto con la sustentabilidad de la deuda pública, como con la recuperación económica”
Además de las negociaciones con el Fondo, ¿Qué más tienen en
común la oposición y el oficialismo?: La respuesta del pueblo.
Cuando Cambiemos habló de la negociación, millones de
personas se manifestaron en todo el país, con la consigna “La
patria está en peligro”, para rechazar el acuerdo con el organismo. Se
calificaba el acuerdo como un plan sistemático que solo ofrecía a las mayorías
populares, un destino de miseria planificada. Rechazaban el endeudamiento, que significaba una cadena de dependencia sobre el pueblo.
Al acto de repudio, asistieron organizaciones políticas, sociales, sindicales, y artistas, quienes cuestionaron el endeudamiento externo, los acuerdos de libre comercio, la apertura sin limite de las exportaciones; y rechazaron el aumento de tarifas de los servicios públicos, la flexibilización laboral, el ajuste en el salario real, la reforma al sistema de jubilaciones, los programas de ajuste y saqueo.
Los manifestantes, entre los que se encontraban agrupaciones
kirchneristas y de izquierda, señalaron que, así como se enfrentaban al
gobierno en las calles, también lo harían en las urnas durante las elecciones
presidenciales en 2019.
En un comunicado leído durante la protesta, los
manifestantes aseguraron defender la política como herramienta transformadora
de la realidad, “abrazamos la verdad para que nunca mas por el camino de la
mentira un proyecto económico de miseria se pueda alzar con el Gobierno y lo
ejerza con cinismo, hipocresía y represión”.
Que rápido se olvidan de las palabras dichas al pueblo, y regresando a la actualidad, el gobierno del Frente de Todos, obtuvo la misma respuesta.
Sindicatos y organizaciones sociales protestaron en contra del FMI, quienes sostenían que la deuda es con el pueblo, no con el fondo. Los manifestantes, teñidos de celeste y blanco, empezaron a concentrarse, marchando hacia el Congreso de la Nación. La movilización pudo verse dispersa en varios puntos del país.Encabezando la protesta, estuvieron la Corriente Clasista y Combativa (CCC), Libres del Sur, y una facción de Barrios de Pie. La Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), la Federación Marítima Portuaria y de la Industria Naval (Fempinra), la Asociación Bancaria (AB), y otras organizaciones gremiales nucleadas en la CGT y ambas CTA adhirieron a la marcha hacia el Congreso y se sumaron al reclamo. También participaron los principales dirigentes de la economía popular y que forman parte del Gobierno.
¿Qué confianza puede generar, en el pueblo argentino, un
gobierno que, en 2018 acompañó a la gente a repudiar el acuerdo con el FMI, y hoy,
dos años después, acuerdan negociaciones con el mismo organismo?
El mismo Fernández, que se vio rodeado de miles de personas
en la marcha de 2018, había señalado, vía Twitter que:
“La única idea que se le ocurrió a Macri es recurrir al
prestamista de ultima instancia. Eso es el FMI. Otra vez un blindaje, otra vez
mega endeudamiento, otra vez las recetas que aplicaron con la Alianza. Qué
manera de hacer trizas una economía”.
¿De que vale un oficialismo y una oposición, donde los límites,
las ideas, las posturas, que los separan, comienzan a verse difusas?
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