Autora: Natalia Ramírez
Cuando hablamos de política estadounidense, lo primero que se nos viene a la mente son los colores rojo y azul, los republicanos y los demócratas. Uno u otro.
En la mayoría de los países, el rojo se utiliza para identificar a partidos progresistas que tienden a la izquierda del centro, y el azul se usa para partidos conservadores que están a la derecha del centro, pero en el caso de Estados Unidos, y siempre con su actitud de distinto, es todo lo contrario. El Partido Republicano, con características conservadoras y su mirada hacia la derecha, utiliza el rojo; y el Partido Demócrata, socio liberal-progresista, utiliza el azul con un horizonte más a la izquierda.
La política estadounidense parece ser solo, blanco o negro. Desde 1852, todos los presidentes de Estados Unidos han pertenecido solo a los dos partidos. Pero existen partidos alternativos, que también presentan candidatos presidenciales, como lo son el Partido Verde, el Partido Libertario, Partido de la Alianza, Partido de la Constitución, Partido Socialismo y Liberación, Partido de la Solidaridad Americana, Partido de la Unidad, Pan y Rosas, Partido Voto Aprobatorio, Partido Progresistas, Partido de la Igualdad Socialista, Partido Socialista de los Trabajadores.
Todos estos partidos
existen y compiten por los mismos cargos, que el Partido Republicano y el
Partido Demócrata, y muchas veces son capaces de arañar un buen puñado de
votos. Sin embargo, estos partidos no han conseguido una presidencia en más de
un siglo y no tienen una representación significativa en el Congreso.
En las elecciones de este año -2020- si bien se disputó de forma tradicional entre los republicanos y los demócratas, hubo un tercero en carrera: el Partido Liberal; que tenía como candidata a presidenta a Jo Jorgensen, y como candidato a vicepresidente a Spike Cohen.
El bipartidismo ha estado presente desde los inicios de Estados Unidos, solo que con distintos nombres: demócratas y whigs, demócratas y nacionales republicanos, demócratas republicanos y federalistas.
Sucede que al solo
haber en la práctica dos partidos, se genera un partidismo negativo, donde la
gente se ve en una situación donde votan por un partido o candidato, no porque
les guste, sino porque rechazan la otra opción.
Lee Drutman, politólogo
y autor del libro Rompiendo el Ciclo de los Dos Partidos, comenta que,
al haber dos partidos, para un país tan grande y diverso, como lo es Estados
Unidos, esos partidos tienen que ser grandes coaliciones con muchos desacuerdos
interno; la manera para unificar un partido es encontrar un enemigo común y ese
enemigo es el otro partido.
De Estados Unidos a Argentina:
Esto no sucede solo en
Estados Unidos, nosotros los argentinos, también lo hemos “padecido”.
En 2019, aquí en
Argentina, se disputaba quien sería el próximo candidato a asumir la presidencia.
Por un lado, teníamos a Juntos por el Cambio, que buscaban la reelección de, en
su momento, el presidente Mauricio Macri y su candidato a vicepresidente, Miguel
Ángel Pichetto; el Partido Frente de Todos, que postulaba a Alberto Fernández a
presidente y a Cristina Fernández como vicepresidente. Y el tercero dentro de
la disputa, era el Partido Consenso Federal, donde la fórmula está integrada
por Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey.
Si bien no eran los únicos
partidos, solo eran estos tres los que eran mencionados a la hora de las
disputas políticas. Pero, aun así, había partidos que estaban en la misma
carrera.
Entre ellos estaban, el
Partido Frente Despertar, que postulaba a José Luis Espert junto a Luis Rosales,
el Partido de izquierda FIT Unidad, con la fórmula Nicolás Del Caño y Romina Del
Plá. También se encontraban partidos como NOS, quienes postulaban a Juan José Gómez
Centurión para presidente y a Cynthia Hotton para vicepresidente. El Partido MAS
-Nuevo Movimiento al Socialismo- con candidatos como Manuela Castañeira y
Eduardo Mulhall. El Partido Frente Patriota, con candidatos como Alejandro
Biondini y Enrique Venturino; también el Partido Movimiento de Acción Vecinal,
con la fórmula Raúl Albarracín y Sergio Pastore. Y, por último, el Partido PAN,
con José Romero Feris para presidente, y Guillermo Sueldo para vicepresidente.
A diferencia de Estados Unidos, Argentina cuenta con las elecciones PASO -Primarias, Abiertas, Simultaneas y Obligatorias- donde el Partido de Frente de Todos, tomo la delante con un 47,66%, seguido por Juntos por el Cambio, con un 32,08%.
Y al igual que Estados
Unidos, el debate político sólo pareció girar en torno a estos dos partidos.
Con el pasar de los días, y luego de ver los resultados de las PASO, mucha
gente dejó de lado la opción que habían escogido en un primer momento, para votar
a uno de los mayoritarios, por discordia con el otro gran partido, dejando de
lado todos esos pequeños partidos que buscaban otras salidas a las grandes
rivalidades nacionales.
Sucede muchas veces, que
la política ha llevado a la sociedad una tradicional rivalidad entre los poderosos
principales partidos, sin darle una oportunidad a aquellos que deben jugar entre
las sombras, queriéndose mostrar como una opción más.
Tal como lo señaló Drutman, la gente se ofusca, y deja de lado las nuevas opciones, las nuevas propuestas,
y vota “al menos malo”, hasta llegar a pensar que los demás partidos hacen mal
en candidatearse porque estarían quitando votos a los dos partidos principales.
Estos hechos limitan
sustantivamente el ejercicio real de la democracia. Se deben tomar cartas en el
asunto y asumir una responsabilidad verdadera, y con esto refiero a que, si le
gente hubiera mantenido su voto firme, y dado la oportunidad, quizás la intensidad
de los “partidos principales” no sería la misma, y habría un poco más de
diversidad política a la hora de elecciones, y no tanto una dualidad.






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