Por Luciana Soldá
A las 10.30 p.m, de este martes 3 de noviembre, Trump se declara vencedor a través de Twitter. Las agencias de noticias deciden esperar y con el paso de las horas el conteo de los votos por correo acaba por darle la ventaja a Biden. Trump declara que se ha producido un fraude en el voto por correo y decide emplear todos los recursos a su alcance para permanecer en el poder.
No se trata de un episodio de House of Cards -la serie de Netflix- sino del escenario real en Estados Unidos tras las elecciones, que mantiene al mundo entero en vilo a la espera de los resultados definitivos.
La demora en el conteo se da porque más de 100 millones de personas votaron antes del martes, con medidas que se flexibilizaron para evitar contagios de Covid-19. Donald Trump objeta este método y anuncia que llevará su reclamo a la Corte Suprema. Lo hace a sabiendas de que más del 60% de los votos por correo son de ciudadanos registrados como demócratas.
La democracia norteamericana se asienta sobre muchas tradiciones. En el caso de las elecciones presidenciales, resulta fundamental el “concession speech”, ese discurso que ofrece el candidato perdedor y que no está escrito en ninguna parte, pero legitima el resultado de unas elecciones, desmoviliza a los partidarios y asegura una transferencia pacífica de poderes en el interregno desde las elecciones hasta la toma de posesión el 20 enero.
El precedente más inmediato en el que se rozó el desastre fue en el 2000, cuando una decisión del Tribunal Supremo paró el recuento en Florida que podría haberle dado la presidencia a Al Gore frente a George Bush. Sin embargo, la admisión de la derrota por parte del primero evitó una crisis constitucional de proporciones inimaginables.
Frente
a este escenario, los dos candidatos; Donald Trump y Joe Biden ya hicieron una
primera aparición en la madrugada de este miércoles, tras los primeros
resultados. Aunque aún no hay un
resultado definitivo, y que los dos, verbalmente, han dicho que han ganado; José
Luis Martín Ovejero, experto en comunicación no verbal, analizó
las primeras comparecencias de ambos candidatos.
Según el catedrático de la Universidad Camilo José Cela, de Madrid, los gestos de Trump y Biden en sus discursos los delatan como
perdedores. “Los dos, verbalmente, han dicho que han ganado, pero no es lo que
su rostro, su cuerpo, sus miradas estaban contando”, afirma Ovejero.
Biden ha sido el primero en salir ante los medios de comunicación, y en el análisis no verbal, se destacan sus intentos fallidos por sonreír de manera sincera.
Por la parte de Trump, las expresiones faciales emocionales más repetidas han sido las de la ira, que se advierte cuando juntamos las cejas por su parte central, y no las de una alegría propia de quien piensa que ha vencido. Además de mostrarse inseguro e incoherente.
El lenguaje no verbal siempre da pistas del verdadero sentir y pensar de las personas. Y los políticos tampoco escapan a ello, por muy estudiado que lo tengan. Según la lectura de Ovejero, ninguno, en estos momentos, se ve triunfador. Mientras tanto, el escenario político en EE. UU parece sacado de una serie de Netflix.
El escrutinio no ha acabado, y probablemente acabe en los tribunales, pero ya sabemos algunas cosas con certeza.
Donald Trump no ha perdido y Joe Biden aún no ha ganado. No está claro cuándo podrá conocerse el ganador, que en gran parte podría definirse por el resultado en tres estados clave, Wisconsin, Michigan y Pensilvania, todos ellos ganados por Trump en 2016 luego de haber votado por los demócratas durante dos décadas.




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