El coronavirus expuso de manera brusca la grieta en los Estados Unidos. El presidente Donald Trump llama a la población a confrontar a los alcaldes o gobernadores demócratas por las medidas de restricción en la movilidad para evitar el crecimiento de contagios por el Covid-19. Parte de esa población que se identifica con el discurso presidencial se movilizó fuertemente armado a los edificios públicos, jaqueando la seguridad de los representantes y trabajadores del estado. Trump hizo estos llamados con el apoyo de empresarios y de sectores políticos conservadores, lo que demuestra un claro corrimiento a la extrema derecha del partido republicano. Corrieron el límite de lo aceptable en el debate político. La violencia del discurso, la responsabilidad de los chinos, de los migrantes, de los islámicos y el llamado al poder blanco tensó a más no poder a la sociedad norteamericana.
Estos posicionamientos políticos tienen implicancia no sólo en las líneas internas del Partido Republicano, también corre los ejes y límites del Partido Demócrata.
Con las elecciones próximas a realizarse, ambos partidos entran en la recta final donde los objetivos de ambos son muy diversos debido al lugar que ocupa cada uno.
Así, Donald Trump fortalece el discurso del sueño americano y el “Estados Unidos Primero”, buscando fortalecer su propia base electoral y consolidar los votos republicanos que quedaron desprendidos de la figura populista del presidente estadounidense.
Por su lado, Joe Biden, candidato opositor, sabiéndose favorito en las encuestas, camina por el desplazado (hacia la derecha) eje central marcado por Trump y busca congeniar con los variados votos de los precandidatos demócratas.
Las internas de ambos partidos no tuvieron el color de otras elecciones, ya que la preponderante figura del presidente Donald Trump, concentró la mayor parte del caudal electoral republicano y prácticamente impidió que surja un candidato que pueda desplazarlo del centro de la escena.
Por su parte, los demócratas generaron en primera instancia expectativas de dar una entretenida disputa, con un abanico amplio de candidatos y proyectos que transitaban entre el “socialismo democrático” de Bernie Sanders y la representación del establishment demócrata con el expresidente y candidato Joe Biden.
Sin embargo, ninguna sangre llegó al río y el candidato republicano se impuso casi sin batalla y el demócrata avanzó sin inconvenientes luego de la renuncia de Sanders a la precandidatura.
Las internas republicanas
El actual presidente norteamericano y candidato para las elecciones del 3 de noviembre no tuvo sobresaltos para ser electo por el congreso de su partido. En primer lugar, su rol como presidente prácticamente obnubila a cualquier otro candidato ya que cuenta con la exposición, el poder, los medios y la agenda necesaria para superar e imponer condiciones en la batalla de la precandidatura. En segundo lugar, la figura misma de Donald Trump es tan avasalladora y su discurso está tan marcado por el showman que lo llevó al estrellato, con el vulgar discurso de “white power”, que encandila cualquier posibilidad de planteo político alterno dentro de las filas de los republicanos.
De todas maneras fueron 3 los candidatos que se animaron a enfrentar en una primera instancia a Donald Trump, pero que terminaron bajando su candidatura.
Uno de ellos es el ex congresista Joe Walsh. Este precandidato proviene de los medios de comunicación y fue congresista por Illinois. El locutor construyó su fama por sus duros comentarios radiales contra el ex presidente Barack Obama y fue uno de los impulsores del llamado Tea Party. Walsh se “ocupó” durante estos años de hablar de las mentiras de Trump y asegura que su presidencia ponía en peligro a los Estados Unidos.
Por otro lado, presentaba su candidatura William Weld, ex gobernador de Massachusetts y ex fiscal de los Estados Unidos. Weld era considerado un republicano institucionalista, moderado, hasta considerado por algunos como liberal en lo cultural. Su objetivo en la breve campaña era reagrupar a los republicanos que quedaron excluidos y silenciados por los discursos raciales y de odio del presidente.
El último de los candidatos republicanos prácticamente pasó desapercibido y corrió la misma suerte que los antecesores. Rocky de la Fuente es un empresario al cual denominan como eterno candidato, ya que pasó por varias instancias electorales y por distintos partidos, sin obtener nunca una posibilidad real de acceder a un cargo. Este tenía la particularidad de ser el único latino en la competencia republicana.
Pero por fuera de los candidatos, existen líneas internas dentro del republicanismo norteamericano que serán los escollos que necesita sortear Donald Trump para asegurarse el caudal de votos del partido conservador.
Dentro de esas líneas internas se pueden rescatar tres como las más marcadas. La primera responde estrictamente a posicionamientos políticos, sean los sectores más liberales del Partido Republicano como a los sectores más conservadores. El segundo grupo al que Trump tiene que contentar responde al ala moderada del partido de gobierno de los Estados Unidos, que si bien tiene planteos políticos conservadores, el nivel de intensidad que maneja es inferior al del presidente. El último grupo que se podría considerar responde a los llamados “bipartidistas”, entre los cuales se encuentran sectores que se podrían denominar de “status quo” ya que son los que mantienen relaciones políticas dentro del Congreso norteamericano y a los cuales la confrontación política extremada los perjudica en su tarea diaria. Este espacio busca mantener la política sin sobresaltos importantes y con grados de acuerdo entre los partidos mayoritarios.
El amplio abanico demócrata
Las internas del partido de la oposición tuvieron un recorrido distinto al del oficialismo.
Fueron 12 los candidatos y candidatas que aspiraban en primera instancia a enfrentar en las elecciones generales a Donald Trump. Sin embargo, para muchos de ellos esta precandidatura era la posibilidad de insertarse con más fuerza en el escenario nacional y desarrollar mejores acuerdos políticos para sus propuestas y su futuro liderazgo, sea dentro del Congreso o del mismo partido.
Los candidatos demócratas con mayores expectativas iniciales eran el actual candidato a reemplazar a Trump, Joe Biden y el controversial Bernie Sanders, que se anima a hablar de socialismo democrático en cualquier pantalla, radio o pasquín que lo entreviste.
De todas maneras, el resto de los candidatos desarrolló una amplia plataforma reivindicativa, que va a depender del candidato Biden tener la posibilidad de contener bajo el paraguas electoral.
Los candidatos demócratas restantes tenían definidas reivindicaciones propias y particulares, que dan un marco general amplio para que el Partido Demócrata pueda contener los votos de los que aún se muestran indecisos, tanto por el candidato como de la posibilidad de ir a votar.
Elizabeth Warren, Senadora por Massachusetts, disputaba el voto más radicalizado de la interna demócrata a Bernie Sanders. Su posición sobre Wall Street y el sistema financiero, era una marca de su plataforma.
Michael Bloomberg es el ex alcalde de Nueva York, un distrito importante electoralmente y tal vez era el candidato que mejor representaba la política más de centro dentro de la interna demócrata.
Pete Buttigieg era la figura emergente de las elecciones. Este millennials fue el alcalde más joven de una ciudad de tamaño medio en los Estados Unidos (South Bend) y su capacidad de ganar en un distrito históricamente republicano, lo llevó a ser parte de la contienda.
Andrew Yang: es un empresario tecnológico que formó parte del equipo de Barack Obama. Su candidatura se reforzó cuando lanzó la propuesta de un salario básico universal a todos los estadounidenses de entre 18 y 65 años.
Amy Klobuchar es la candidata que representa a los sectores rurales dentro de la fuerza demócrata. Su participación en el Congreso es muy activa y valorada
Tom Steyer es un magnate que hizo su carrera política invirtiendo millones de dólares para sostener el impeachment contra el presidente Trump. También se muestra vinculado a causas medioambientales.
Deval Patrick es el primer afroamericano en ocupar el sillón de gobernador en el Estado de Massachusetts. Su carrera comenzó siendo Fiscal General Adjunto bajo la administración Clinton.
Tulsi Gabbard fue la primera samoana y la primera hindú en acceder al Congreso de Estados Unidos. Su campaña se centra en cuestiones de «guerra y paz», ya que es veterana de la Guerra de Irak.
Los otros dos candidatos John Delaney y Michael Bennet, responde al ala más centrista del Partido Demócrata.
Más allá de ese variado abanico de candidaturas, los ejes que articularon la campaña demócrata son tres: la Salud, el Comercio y el control de armas.
Estos tres elementos son los que se pusieron en disputa en las distintas plataformas y fueron las piezas de negociación al momento de bajar las precandidaturas para fortalecer el liderazgo de Joe Biden.
Así, hacia dentro del partido opositor transcurren grandes debates que tienden a separar posicionamientos y a alejar las miradas sobre estos temas. Por caso, uno de los puntos más contradictorios dentro de los demócratas es su posición en torno al Sistema de Salud. Allí se posicionan los sectores más radicalizados, como Sanders y Warren, donde proponen cobertura universal de salud y los sectores más conservadores, como Biden y Buttigieg, que prefieren una ampliación del programa lanzado por Barack Obama.
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